La Bici de Ana

Hoy por fin, ya nos han traído la bici de Ana. No os podéis imaginar como se puso cuando la vio en la entrada de casa, loquita de contenta.

Isabel y yo hemos intentado esta tarde que Ana aprendiera a pedalear correctamente, pero después de varios intentos lo habíamos aplazado hasta mañana. Al momento apareció Jose con la novia, y le faltó tiempo a Ana para enseñarle su bici nueva y decirle al hermano que la sacara de nuevo a la calle para que él la enseñara a pedalear.



Al rato escuchamos a Jose "bien Ana, así, sigue dándole a los pedales" a la par que se escuchaban las risas de la niña mientras pedaleaba. En ese momento pegamos un salto de la silla para salir a la calle, y verla como lo había conseguido. Todos locos de contentos, pero Ana la que más.


Hoy 19/05/2011 un buen día, Ana aprendió a montar en bici.

No nos rendimos

A pesar de días como el de hoy, vamos a seguir luchando. No tendría sentido de otra forma, no podemos dejar que nos venzan los sentimientos. Tenemos que ser fuertes y afrontar los problemas e intentar superarlos.

Hoy hemos tenido nueva visita al médico traumatólogo con Ana, y la verdad que las noticias no han sido muy halagüeñas. La escoliosis sigue avanzando, como si no tuviéramos bastante con lo que tenemos, los grados de curvatura van en aumento. A pesar de que la “peque” aguanta estoicamente todas las noches con su corsé, hace piscina para corregir la enfermedad y recibe sesiones de rehabilitación, que la pobre, entre esto y las sesiones de logopeda no le queda casi un ratito por las tardes para estar tranquila.

Como todo esto no es suficiente, hoy nos ha comentado el médico que es necesario la utilización de un nuevo corsé también durante el día. Por lo que la niña tendría que estar las 24 horas “atada” a un artefacto incómodo, pesado y en algunos momentos doloroso.

Bueno, pues a pesar de todo, yo quiero seguir luchando y creo que Isabel también. Habrá días que será llorando (como hoy), otros riendo, otros soñando despiertos, pero todos besando, acariciando, abrazando y queriendo a nuestra hija.

Yo creo que ya está bien, no sé que pensar, pero hay días que uno no puede decir más que lo que decía mi padre en situaciones similares “me duele hasta el alma”.