No sabía como titular esta entrada, tal y como le he puesto o ésta otra, "en dos palabras". Y con lo de las dos palabras no me refiero a lo típico de Im-presionante o In-creible. En este caso las dos palabras hubieran sido ¡¡¡Sin Palabras!!!.
Bueno al grano que como me pasa siempre, me enrollo y no os cuento lo que quiero decir. Después de siete fantásticos días de crucero tengo alguna anécdota que contar, a parte por supuesto de lo maravilloso del viaje.
Lo primero que se me quedó grabado y quería indicar por aquí, fue la insistencia de Ana durante la primera cena en el crucero. Ella no comprendía cómo podíamos estar comiendo y al terminar levantarnos sin pedir la cuenta. No hacía más que decir "Papa, la cuenta, la cuenta" y le comentamos que mientras estuviéramos de vacaciones dentro del barco no teníamos que pagar nada. Al final, lo entendió perfectamente, a pesar de que sus hermanos (José y Juan) no hacían más que chincharla diciéndole que nos íbamos todas las noches sin pagar la cena.
Otra cosita simpática de Ana fue una noche que venía con los hermanos buscándonos y nos encontraron en la planta 14 (sí, como la canción de Víctor Manuel) pero con otro ambiente, buena música y buenos cócteles. Estaba actuando un grupo y ellos para acortar camino hasta donde estábamos nosotros tenían que pasar por mitad de la pista de baile y Ana se encabezonó un poquito en no hacerlo, porque le daba vergüenza pasar por medio de la pista. Los hermanos la convencieron y no sólo pasó, sino que pasó bailando. Mi niña es la number one, jajaja. No veas las risas que nos echamos.
Otro día nos vemos a la "moza" abriendo y pegándole unos tragos a una botella de agua del minibar, a pesar de las distintas advertencias que hicimos de no utilizar el servicio, ya que teníamos agua buena y fresca en el barco. Cogíamos vasos de un bar y nos los llevamos a la habitación con el fin de no hacer uso de las botellas y así no tener un gasto añadido. Pues nada, Anita ni corta ni perezosa le pegó un buen " trinque" a la botella, y además la consiguiente regañina que nos dio, ya que nos reprocho que no hubiera agua en los vasos que traíamos del bar, y ella tenía sed.
Han sido unos días maravillosos, viendo ciudades que no conocíamos, espectáculos, cantando, bailando, haciendo nuevos amigos y sobre todo riéndonos.
Me ha encantado ver a mi niña tan feliz.
Todos estamos a una. Cuando podamos repetiremos experiencia. Ha sido algo que no se puede explicar, ya sabéis...
Bueno al grano que como me pasa siempre, me enrollo y no os cuento lo que quiero decir. Después de siete fantásticos días de crucero tengo alguna anécdota que contar, a parte por supuesto de lo maravilloso del viaje.
Lo primero que se me quedó grabado y quería indicar por aquí, fue la insistencia de Ana durante la primera cena en el crucero. Ella no comprendía cómo podíamos estar comiendo y al terminar levantarnos sin pedir la cuenta. No hacía más que decir "Papa, la cuenta, la cuenta" y le comentamos que mientras estuviéramos de vacaciones dentro del barco no teníamos que pagar nada. Al final, lo entendió perfectamente, a pesar de que sus hermanos (José y Juan) no hacían más que chincharla diciéndole que nos íbamos todas las noches sin pagar la cena.
Otra cosita simpática de Ana fue una noche que venía con los hermanos buscándonos y nos encontraron en la planta 14 (sí, como la canción de Víctor Manuel) pero con otro ambiente, buena música y buenos cócteles. Estaba actuando un grupo y ellos para acortar camino hasta donde estábamos nosotros tenían que pasar por mitad de la pista de baile y Ana se encabezonó un poquito en no hacerlo, porque le daba vergüenza pasar por medio de la pista. Los hermanos la convencieron y no sólo pasó, sino que pasó bailando. Mi niña es la number one, jajaja. No veas las risas que nos echamos.
Otro día nos vemos a la "moza" abriendo y pegándole unos tragos a una botella de agua del minibar, a pesar de las distintas advertencias que hicimos de no utilizar el servicio, ya que teníamos agua buena y fresca en el barco. Cogíamos vasos de un bar y nos los llevamos a la habitación con el fin de no hacer uso de las botellas y así no tener un gasto añadido. Pues nada, Anita ni corta ni perezosa le pegó un buen " trinque" a la botella, y además la consiguiente regañina que nos dio, ya que nos reprocho que no hubiera agua en los vasos que traíamos del bar, y ella tenía sed.
Han sido unos días maravillosos, viendo ciudades que no conocíamos, espectáculos, cantando, bailando, haciendo nuevos amigos y sobre todo riéndonos.
Me ha encantado ver a mi niña tan feliz.
Todos estamos a una. Cuando podamos repetiremos experiencia. Ha sido algo que no se puede explicar, ya sabéis...
SIN PALABRAS.
Aquí dejo un video con algunas de las fotos que hicimos durante el crucero.