Si quieres pasar unos días en Málaga pincha en la imagen

GRACIAS POR TU VISITA



Este blog se visualiza correctamente con Mozilla Firefox con Explorer da algún problema

viernes, 23 de abril de 2010

Compadres








Amigos como tú y yo - Silvio Rodríguez

El título de la canción está muy acorde con la relación que mantuvieron los dos protagonistas de esta entrada.

Que lástima no recordar todas las anécdotas que contaban cada vez que se veían. Tenían una complicidad maravillosa, empezaban a hablar y enseguida estaban riéndose.

Pobrecita Ascensión, la señora donde vivían de patrona cuando aún estaban solteros, lo que le hicieron pasar a la pobre mujer, que encima los trataba como a sus hijos y les aconsejaba para que fueran algo más “formales”. Siempre coincidían en decir que en el fondo la Sra. Ascensión, a pesar de todo, los quería y apreciaba mucho, cariño que era recíproco. ¡¡¡ Si pudieran hablar las paredes de aquel piso de la C. Puerto Canfranc, 8 cuantas trastadas contarían de los dos protagonistas!!!



C. Puerto Canfranc Nº 8



Yo recuerdo algunas pero con lagunas, estoy a la espera de que mi hermano y Juan Manuel (hijo mayor del compadre de mi padre) me comenten más para ir incluyéndolas por aquí.

Durante los últimos años que trabajó mi padre, su compadre le echaba una mano todos los sábados para cobrar en Villalba, no recuerdo trayectos en coche en los que nos riéramos tanto, era un espectáculo cuando se juntaban. En concreto una frase que decían mucho y que se me quedó grabada “… compadre, vamos a meter mano” refiriéndose a empezar a charlar. En cuanto mi padre le decía “… compadre ¿te acuerdas de cuando estábamos en …? era bastante para que Cristóbal empezara a reírse sin poder parar, a pesar de que mi padre no dijera nada más. Tenían tal consonancia que en el momento que uno abría la boca, ya sabía el otro a lo que se refería.

Nunca se me podrá olvidar la risa tan verdadera, real, limpia y contagiosa que tenía el compadre de mi padre. Lo pasaban bien juntos de verdad, sin “paripé”, una amistad de las que hoy en día no se ven.

Se puede resumir todo, en que eran buena gente que han dejado huella.


ANECDOTAS

A continuación dejo una anécdota que me manda Juan Manuel el hijo de Cristóbal Fernández, el compadre de mi padre.

Transcribo tal cual me la ha mandado por correo electrónico.

Y aquí te va una anécdota sobre tu padre que me contó el mío hace mucho tiempo. Parece ser que estaban un día reunidos con otros paisanos cuando la conversación giró sobre las penalidades que estaban pasando no sé quienes. No recuerdo si era un terremoto en algún lugar, los niños hambrientos de Africa o quiénes . El caso es que comentaban ( en el bar, recuerdo que me dijo que estaban en un bar ) que si había que hacer no sé qué, que si esto, que si lo otro.

Entonces tu padre ( según el mío ) soltó que había que hablar menos y hacer más. Alguien le contestó retadoramente que por qué no se aplicaba el cuento, a lo que tu padre contestó que ya lo había hecho, sacando, acto seguido, un justificante de un ingreso que había hecho para la causa en cuestión. El que le había interpelado ( nunca me dijo quién fue ) se la tuvo que envainar.

Esta anécdota es viejísima, pero no se me olvidó nunca


Mi hermano me recuerda otra sobre Cristóbal y mi tío Salvador de cuando estaban en la guerra, ya que a los dos les tocó hacer unos pocos años de mili, mi tío en concreto se "chupó" siete años con la dichosa guerra civil.

Cristóbal Fernández (compadre) cuando coincidió en un campamento militar durante la guerra (en un pueblo de Cádiz, creo que fue Puerto Real) y fue preguntando a todo el mundo que si conocían a un tal Salvador de Málaga, mucha gente lo conocía pero pocos sabían dónde estaba, ya que casi siempre se encontraba en un escondite que se había preparado bastante lejos para que no dieran con él y le estuvieran mandando tareas, cosas constantemente….. Mi tío Salvador cuando escuchaba a alguien que se acercaba al escondite no decía nada para no ser descubierto, pero en esta ocasión cuando escuchó las voces de Cristóbal llamándolo, enseguida contestó con un tonillo jocoso ¡¡¡ Pase, pase, está usted en su casa !!! Imaginar las risas del compadre cuando vió el "zulo" donde estaba "escaqueado" mi tío.


Entre mi hermano y yo no somos capaces de acordarnos del pueblo de Córdoba donde le ocurrió al compadre lo que pongo a continuación:


Estando en la guerra y como arrastraba el hambre normal de aquella época (que como podéis imaginar era mucha) al parecer le mandaron o encontró algo de comida, se puso a comer con tal desesperación por la falta que tenía que finalmente le sentó mal, hasta el punto de tener una diarrea grandísima. Anduvo hasta encontrar una fuente donde ni corto ni perezoso se quito los pantalones y los “calzones blancos” para lavarlos, quedándose de cintura para abajo como Dios le trajo al mundo. Ni que decir, que en algún viaje a Málaga que hizo junto a mi padre, esta anécdota la recordaban como siempre “muertos de risa” cuando pasaban por el pueblo donde ocurrió.

Cuando íbamos nosotros a Málaga, mi padre siempre lo recordaba y nos decía “aquí es donde estuvo mi compadre de lavandero” como siempre con ese “cachondeito” que tenían ellos dos, pero sin maldad.


Juan Manuel me sigue poniendo al día sobre alguna de las andanzas de los dos amigos. Aquí dejo otra que me ha comentado hoy mismo, de ésta me acuerdo perfectamente, ya que mi padre lo contaba en muchas ocasiones.


Lo de los sábados en Villalba recuerdo perfectamente que para mi padre era como ir a pasar un fin de semana a la playa, o al futbol, o al campo, es decir, iba a disfrutar. Si bien la causa principal era cobrar a los clientes, lo que estaba asegurado eran las risas, y se lo pasaba de miedo. Mi padre salía de la rutina diaria y se iba con su amigo, a cobrar, a trabajar relajadamente, pero sobre todo a pasarlo bien. Y ya lo creo que se desternillaba de risa.

De aquella época me viene a la cabeza una cosa que me contó mi padre. Estaban comiendo en el restaurante al que siempre iban allá en Villalba. Más o menos me vino a decir. " Pepeparra dice que desde que vengo a este bar con él han dejado de servir cuajadas con miel. Por tu culpa, compadre, aquí ya no se puede pedir ese postre. Que lo sepas". Dijo mi padre que le dijo el tuyo. Y se moría de risa contándome esto.

Parece ser que siempre pedía de postre cuajada con miel, y que, a la hora de regar la miel en la cuajada pues no se andaba con miserias. Así fue durante varias veces. Pero llegó un día en que pidió cuajada con miel y le dijeron que no había. Al siguiente sábado lo volvió a pedir y tampoco. Y ya se hizo costumbre que lo pidiera y que le dijeran que no había.

De lo que, concluyó tu padre, la culpa había sido del mío.

Todo esto lo escuchaba yo muerto de risa también.


Yo sólo quiero añadir al respecto, que al tiempo en el Mesón Castillo ya tenían de nuevo cuajada pero cuando veían aparecer a Cristóbal la servían únicamente con azúcar. Es que aquello no era cuajada con miel, sino miel con un poquito de cuajada, jajajajaja. Al final mi padre tenía razón cuando le decía "compadre, como te sigas echando tanta miel en la cuajada, esta gente la quita del menú"


Aquí dejo otra perla de los “compinches”, que me cuenta el gran colaborador que tengo en ésta entrada del blog, muchas gracias Juan Manuel.

Me contaba mi madre que un día, muertos de risa, tu padre acusaba al mío de haber estado a punto de matarlo la noche anterior. Y mi padre le contestaba que si, que era verdad, pero que la culpa la tenía el tuyo. ¿Qué había pasado?

Pues ocurrió que habían estado bebiendo y se habían puesto un poco alegres. Mi padre nunca fue un gran bebedor y tenía un aguante limitado con la bebida. A esto se unió que le estaba poniendo al tuyo una inyecciones de vete tú a saber qué. Esta habilidad la aprendió en la guerra civil donde, entre otros oficios, estuvo de camillero.

El caso es que después de volver de marcha, le puso la inyección que le correspondía, con tan mal tacto que casi se la pone directamente en la vena. Al día siguiente tu padre se lo reprochaba con toda la amistad del mundo :" Compadre, anoche casi me matas". "Ya, pero la culpa fue tuya por hacerme beber más de la cuenta".

Dice mi madre que se morían de risa mientras se acusaban mutuamente. Una causa más para reírse, porque necesitaban muy poco para hacerlo.




Éstas son las "herramientas" que

se utilizaban por aquel entonces,
como podéis ver jeringuillas de
cristal y agujas reutilizables



Hace unos días me vino una anécdota a la mente que nunca me acuerdo de incluir. Además viene a colación con el comentario anterior de Juan Manuel sobre la habilidad de Cristóbal para poner inyecciones, ya que también en alguna ocasión hizo de enfermero de su compadre.
Mi padre padecía de reuma, y había temporadas que tenía grandes dolores de huesos, hasta el punto de no poder ni levantarse durante algunos días. En cuanto se enteraban los familiares y paisanos pasaban por casa para ver como estaba y darle un poco de ánimo.
En concreto recuerdo una ocasión en la que se encontraba enfermo en la cama con los dolores de reuma que he comentado, llegó Cristóbal y aún este tipo de situaciones se las tomaban a cachondeo y digo esto por lo que viene a continuación: Mi padre, abusando de la confianza que tenía con Cristóbal, le dijo que le aplicara un linimento que siempre había en casa, en el que tenía mucha confianza . Se trataba del linimento SLOAN'S, conocido coloquialmente como el "ungüento el tío del bigote" que por cierto olía a demonios. Cristóbal había escuchado hablar tantas y tantas veces las bondades que contaba mi padre sobre el linimento, que cuando se lo estaba aplicando en los brazos y piernas le decía...
"compadre, ya lo creo que esto es bueno, ya noto que el dolor me lo esta traspasando a mis manos", con las consiguientes risas que conllevaba el comentario.



Curiosamente se aprecia un cierto parecido entre el "tío del bigote" y Cristóbal ¿no os parece que se dan un aire?

1 comentario:

  1. Ratifico todo lo que dice mi primo. Cristobal Fdez como se le conoce en mi casa fué compañero de mi padre en RENFE y de verdad que era un hombre con una simpatía fuera de lo normal, me han venido a la cabeza al leer los comentarios de mi primo un par de cosillas:

    1.- Leyendo lo del coche, he recordado que el día que fallecio mi Tia Antonia (creo que fue ese dia) le traje en mi coche desde Alcala de Henares (que fue el entierro) a su casa del Pueblo Vallecas, se sento en el asiento de copiloto y vine todo el camino descojonado de la risa, así que me imagino lo que serían los viajes a Villalba de mi padrino y él.

    2.- Pero tengo otra cosa grabada de otro fallecimiento, porque desgraciadamente solo le veía en estas cosas o cuando subía a ver a mi padre enfermo, que lo hacía mucho por cierto.
    El día que muró mi Madrina (Mujer de mi padrino Pepe), y llegue al Gregorio Marañon según nos avisaron, estando allí en los primeros momentos después de lo sucedido apareció Cristobal y según vió a mi Padrino le dijo; " ¿Pero que te ha pasado compadre? " y después se fundieron en un abrazo.

    No se porqué se me quedo grabada esa frase y ese momento y lo recuerdo muchas veces.

    ResponderEliminar

 
#BLOGGER_PHOTO_ID_5452344944333379906 {border: 0px solid}