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jueves, 6 de mayo de 2010

Mis Padrinos




Antonio - Pablo Milanes
Ana - Roberto Carlos


Este vídeo es un pequeño homenaje a mis padrinos. La verdad que en esta ocasión me cuesta iniciar esta entrada, hay tantas cosas que contar de ellos que realmente me bloqueo. Tengo tantos recuerdos que no sé por donde empezar.


Quisiera iniciar diciendo que teníamos una conexión especial, ya que la relación entre las dos familias siempre ha sido muy cercana, hasta el punto de vivir durante varios años en la misma planta del mismo bloque. Posteriormente a pesar de cambiarnos de vivienda, tanto ellos como nosotros, no pasábamos más de una semana sin vernos.


Lo siento de verdad, pero ahora mismo no soy capaz de expresar todo lo que me viene a la cabeza. Únicamente decir que tanto a mi hermano como a mi nos demostraban un cariño muy especial, no sé si por ser sus ahijados o por el roce que tuvimos siempre.


Primos: Quiero que sepáis que esto no acaba aquí. Esta entrada dedicada a mis padrinos no puede quedar tan vacía de recuerdos. En el momento que reorganice las ideas que me vienen, os prometo que tendrán el mismo hueco en el blog que el que tienen en mi corazón.


A continuación pongo una anécdota que me manda el gran colaborador que tengo para confeccionar las entradas del blog, me refiero a nuevamente a Juan Manuel el hijo de Cristóbal Fernández (el compadre de mi padre), copio y pego el correo que manda con relación a una historia que cuenta de mi padrino y su padre.


Buenos días José Antonio.

Aquí estoy de nuevo para contarte otra anécdota de Antonio Parra y mi padre, que además de compañeros se apreciaban mucho también.

La pequeña historia pertenece al mundo laboral de Renfe, y habla de que no se sabe nunca por dónde puede venir lo bueno y lo malo en la vida. Si no recuerdo mal, fue tu tío quién metió a mi padre en la empresa CONFEA. Ésta era una contrata de Renfe que suministraba mano de obra en almacenes y estaciones. Era el año 1966 cuando entró mi padre y ambos trabajaban en los muelles de la estación de Atocha. Mi padre estaba contento, le pillaba cerca de casa, igual que a tu tío, el trabajo era llevadero, en fin, aunque no se cobraba mucho, incluso menos que los de la misma categoría que sí pertenecían a Renfe.

En esto llega un día en que deciden que unos cuántos deben ir a trabajar a la estación de Príncipe Pío. En principio esto era una extorsión para cualquiera, porque ya te digo que todos estaban contentos. Al final fueron los que tenían menos enchufe, digamos. Tu tío y mi padre entre ellos.

Y ahora viene lo bueno, y es que allí estuvieron como nunca, por lo menos mi padre. El ambiente fue el mejor que jamás pudieron encontrar. Y para rematar la faena los hicieron trabajadores de Renfe con la sustanciosa mejora que eso suponía. Los compañeros que se quedaron en Atocha nunca pasaron a Renfe y, cuando años después volvieron a Atocha los miraban con recelo y un poco envidiosos.

Luego vendría la caida de tu tío y la rotura de cadera, etc. Acabó como ordenanza como sabes. Mi padre acabó jubilándose en Atocha, muy a gusto, y con sus ex compañeros de Confea siendo de Confea. Con el tiempo yo entré en Renfe y aquí sigo. Se lo debo a mi padre que fue el que insistió en que me presentara a los exámenes...pero también se lo debo a tu padrino que consiguió que mi padre entrara en CONFEA.

Así es la vida.

Un saludo.

Juan Manuel




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