Ole, y Olé, Manolo

Muy buenas, aquí estoy de nuevo.
En esta entrada quiero publicar un poema de un compañero, que me envió la otra noche mientras hablamos a través de estas maquinitas tan impersonales. Yo ya sabía que era un "tío" muy inteligente, pero desconocía su faceta de escritor, y además, nada más y nada menos que de poesía. La verdad es que me sorprendió, y como me gustó, lo dejo por aquí.
Si tuviera que ponerle algún título lo llamaría El poema robado, ya que el autor no quería darle luz y se me antoja una estupidez y un alarde de humildad por su parte, ya que ante lo bueno no hay lugar para la timidez.

Llueve en la patria chica de mi recuerdo,

en el olvido colmado de charcos,

en el invierno y el dolor amargo,

en el campo muerto de girasoles

y hojas secas.

Llora la lluvia. Llorona.

Llora mi vida pero no es la tristeza.

Presiento un amanecer sombrío,

sin pájaros ni cánticos celestiales,

sin bares, ni borrachos,

polígonos indiferentes al placer

y la sabiduría .

Llueve en el mapa lejano de tu corazón.

Y no me mojo;

qué suerte la mía.

Despliego el paraguas de la alegría

Y entre tanto tormento, la tormenta.

Entre tanta nostalgia,

tu fotografía.

Llora la lluvia. Llorona.

Llora hasta que ahogues los prados

y nazcan los niños anfibios,

y la Tierra sea de nuevo el paraíso de los reptiles,

y los hombres volvamos al agua Madre,

a la calma del espíritu submarino.

No adivino el parpadeo,

que me perdone el tango y la poesía.

Pero mi noche ha escapado ya del sueño

y se sumerge en la melancolía,

en la rima fácil y acaso masturbadora.

Málaga duerme.

Y al roncar, de su mar lo dice todo.

Ante esto, sólo tengo que decir "Ole".

También me gustaría dejaros unas reflexiones del "artista", ni que decir tiene que me encanta como escribe y secundo casi todo lo que dice. Éste si que es un crack, y no otros que se van pavoneando por ahí.

Manolo dice:

Reivindico una vez más la sincera devoción por las cosas buenas: los amigos, los hijos, el mar limpio de petróleo y dictaduras, la marihuana, la cerveza bien fría... y las letras, que le den por culo a los números. Lo digo, de verdad (en verdad, malagueño forever), sin asperezas, pero es que los numeritos estos de los testículos sólo sirven para cuantificarlo todo, para compararnos con los otros y echarnos a la lucha como perros sin bozal. Cuánto tengo, tanto valgo: valiente gilipollez.
Prefiero una buena prosa que una exclusiva calculadora, por muy científica que se ponga ella, ahí toda sugerente en su inmaculado hueco de escaparate. Anda y que te compre otro idiota, máquina del infierno.
Elijo una sencilla declaración de amor, con todo sus verbos y transitivos, antes que un molesto y cargante número, por más que sea el 69.
Y ante todo, paciencia y buena letra, que es frase hecha pero nos iguala a todos con buenas intenciones.

También dice esto:

El entusiasmo lo puede todo, solo hay que mirar a los chiquillos: se hacen pis en la crisis. ¿De qué forma se nos fue entonces el ánimo? Creo que nunca se fue realmente. Así que propongo un bello y simple ejercicio: conseguir una de esas fotos que tu madre guarda de tí, a los 4 o 5 años, y mirarte con amor propio, hasta provocar la calma anímica o la sonrisa. Si no se consigue, volver a empezar. O coger otra foto. Lo importante es sentir que no eras tú, en pasado, sino que sigues siendo ese mismo que ves.
Y de ahí al optimismo sólo cabe una meada.

Al leer esto, en esta ocasión no te digo Ole, te digo "Olé".

Que fácil es hacer una entrada así, cuando hay otro que la hace por ti. En este caso todo el mérito es de él, D. Manuel Azuaga.